¿Tu perro tiene un problema de conducta y no sabes si dirigirte a un etólogo, un educador o un adiestrador canino? En Izekan sabemos que a veces existe confusión sobre qué competencias tiene cada profesional y cuál es el más indicado para cada caso, por lo que hoy vamos a intentar aclarar dudas.

¿Qué es la etología?

Para definir qué es un etólogo canino antes debemos saber qué significa Etología.

‘La etología es la ciencia que estudia el comportamiento animal en su hábitat natural’. A través de la observación, la etología explica cuáles son los comportamientos normales de cada especie animal y el motivo (a nivel fisiológico, ontogénico, funcional y evolutivo)  por el cual se produce cada uno de estos comportamientos.

¿Qué es un etólogo?

Según el diccionario, un etólogo es la persona especialista en etología. Entonces, podemos decir que un etólogo es el científico que se dedica a estudiar cómo se comporta una determinada especie animal en la naturaleza. Ésta siempre ha sido una tarea que se ha atribuido a los biólogos.

¿Y un etólogo clínico?

El profesional que en todo caso que se encargará de tratar a tu perro si éste tiene problemas de conducta, será un etólogo clínico. El etólogo clínico es un veterinario, que ha cursado estudios posteriores en etología clínica (generalmente un Máster y en menos casos el Diplomado Europeo).

El Diplomado Europeo o Americano es el máximo grado de especialización veterinaria reconocido internacionalmente. Requiere haber pasado por un periodo de formación mínimo de tres años bajo la supervisión de otro Diplomado especialista. A este período se le llama residencia como en medicina humana. Posteriormente deben superar un examen para que se les reconozca la titulación.

El etólogo diplomado defiende que sólo ellos pueden denominarse Especialistas en Etología, como se requeriría para cualquier otra especialidad veterinaria.

El Diplomado sólo puede cursarlo un Licenciado en Medicina Veterinaria pero un profesional NO veterinario también puede hacer un Máster universitario de Etología Clínica. Por tanto, un educador canino puede tener la misma formación en etología que un veterinario que haya realizado el Máster.

etología y comportamientos normales

Educador canino vs adiestrador

Tiempo atrás, todo profesional que se dedicaba a enseñar comportamientos a los perros o a modificar conductas se llamaba Adiestrador canino.

Actualmente parece existir una connotación negativa asociada a la palabra Adiestrador.

 

Hay personas que creen que un adiestrador sólo enseña obediencia o que utiliza técnicas antiguas para adiestrar a los perros o que sólo trabaja en modificar la conducta sin importarle el estado emocional del perro y que el bueno es el educador canino, que, ayuda al perro a manejarse mejor en su entorno y a gestionarse emocionalmente en las distintas situaciones de su vida.

Creo que esta información es algo sesgada. Educador y adiestrador son la misma figura. Veamos las definiciones:

Educar: Desarrollar las facultades intelectuales, morales (no en caso de los animales) y afectivas de un individuo de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenece.

Adiestrar: Hacer diestro en algo. Diestro: Que tiene especial capacidad, habilidad y experiencia en la realización de determinada actividad.

¿No puede un adiestrador hacer al perro más hábil socialmente? ¿O capacitarlo para regularse emocionalmente en distintas situaciones? En definitiva ¿educarlo para que se adapte mejor a su entorno?

Es posible que haya adiestradores especializados en entrenar a perros para tareas concretas, como trabajos de detección, protección, etc. que no sepan sobre modificación de conducta y no se dediquen a la educación canina, pero no es posible que un educador no tenga conocimientos sobre como adiestrar a un perro, por lo menos, en obediencia básica.

Conclusión: Educador y adiestrador son el mismo profesional. No debes fijarte en si en su nombre pone “escuela de adiestramiento canino” o “escuela de educación canina”, esto no te da pistas sobre cómo trabaja. Fíjate en si es coherente con lo que te cuenta y si las técnicas de adiestramiento canino que utiliza son respetuosas con tu perro.

¿Cómo escoger un buen educador canino?

Otros aspectos a tener en cuenta para escoger un buen educador canino son la formación y la experiencia.

No existe una titulación oficial de Educador Canino. Un educador que haya realizado muchos cursos, haya conocido a muchos profesionales y se haya instruido en muchas escuelas distintas tendrá más herramientas que uno que haya realizado un solo curso.

Como se suele decir, la experiencia es un grado. La experiencia te ayuda a tener herramientas para perros muy distintos, con diferentes temperamentos, capacidades, etc. Pero ¡cuidado!, la experiencia no es siempre sinónimo de buen hacer. Hay adiestradores con 40 años de experiencia que siguen haciendo las cosas como en el siglo pasado. Si te hablan demasiado de dominancia y te dicen que te tienes que mostrar como el macho Alpha… Huye.

Entonces, ¿es mejor contactar con un etólogo que con un educador canino?

Para contestar a esta pregunta, voy a hablarte sobre mi experiencia personal y a contarte a qué conclusiones he ido llegando durante mi aprendizaje.

Empecé “1º de perro” con un curso de educación canina básica. Aprendí un montón de cosas nuevas. A construir comportamientos y habilidades, cuáles eran los distintos problemas de conducta más habituales en los perros domésticos y algunas pautas para tratarlos.

La primera vez que empiezas a saber algo sobre algún tema, en este caso sobre perros, piensas que sabes mucho y te crees con la capacidad de poder aconsejar a otros y solucionar sus problemas.

Aunque yo en ese entonces no empecé a ejercer, hay algunas personas que con hacer un curso dónde se les otorga un diploma que pone “Educador Canino” saltan al mercado laboral.

Conclusión 1: Un sólo curso nunca es suficiente para ser un buen profesional. Pregunta sobre la formación que ha cursado el educador con el que contactes. Y sospecha de tarifas demasiado baratas.

A raíz de este curso empecé a hacer algunos seminarios con adiestradores reconocidos, especialmente de adiestramiento canino en positivo. Y poco más tarde realice el Máster Universitario de Etología Clínica.

En este máster aprendí muchísimo sobre fisiología del comportamiento, sobre patologías médicas y qué relación tenían con la conducta, sobre los distintos psicofármacos, como funcionan y como se utilizan, y profundicé de nuevo en los problemas de comportamiento y los tratamientos de modificación de conducta avalados científicamente.

Conclusión 2: Tener conocimientos de etología y del método científico te permite dar pautas basadas en la ciencia y no consejos sin fundamento científico. Por tanto, saber de etología clínica (a través de etólogos veterinarios) es necesario para cualquier adiestrador.

En ese momento, después de haber hecho ya algunos cursos, seminarios y el máster creí que estaba preparada para empezar a trabajar con perros.

Creí tener ventaja sobre otros que no habían estudiado etología, pero cuando me tocó poner las manos en la masa, para mi sorpresa, mi sensación fue: “¿por qué esto no funciona, si me han dicho que tenía que funcionar?”.

Conclusión 3: Formarse como etólogo no es suficiente para modificar la conducta de un animal con problemas. Un etólogo (que sólo se haya formado en etología clínica y no en adiestramiento canino) no puede encargarse de todo el tratamiento de modificación de conducta. Puede hacer un diagnóstico, puede dar las primeras pautas, puede recetar fármacos si el caso lo requiere, pero necesita de un educador con experiencia, con recursos, que sea quien acompañe al propietario en el día a día del aprendizaje del animal.

Así que continué mi formación, ahora con adiestradores, educadores, de aquí y de fuera, empecé a ir a sus clases y a verlos trabajar y fue entonces cuando empecé a encontrar mi método de trabajo y mi propia estructura, a sentirme cómoda y a solucionar casos.

Conclusión 4: Las herramientas que me han ayudado en mi día a día con los perros me las han proporcionado adiestradores, o etólogos que también eran adiestradores. Los estudios teóricos son importantes pero deben complementarse con la práctica, que te da el manejo y los recursos necesarios.

¿Significa esto que un educador con conocimientos en etología no necesita nunca la ayuda de un etólogo clínico? Ni mucho menos.

En mi trabajo, veo casos en los que los patrones de conducta no parecen tener lógica a nivel comportamental u otros en los que el perro está tan colapsado que es incapaz de aprender.

En estos casos, el etólogo veterinario tiene la capacidad y conocimientos necesarios para saber qué otros síntomas buscar, de qué patologías médicas sospechar, qué pruebas diagnósticas pedir y cómo interpretarlas o que medicación administrar y como regularla.

Conclusión 5: Un buen educador canino sabrá cuando derivar un caso a un etólogo. Y ante la duda de si es necesario o no, lo derivará.

Conclusión 6: Un etólogo clínico también sabrá hasta dónde llega su actuación. Además de las pautas que se dan en la consulta, en la mayoría de los casos, necesitará colaborar con algún adiestrador (si no se ha formado cómo tal), para llevar el tratamiento de modificación de conducta.

Casos en los que es necesario la intervención de un etólogo clínico

  • Cambios bruscos en el comportamiento que no responden a un detonante claro. Ataques de agresividad repentinos contra objetos, episodios de pánico sin que nada haya pasado, conductas dirigidas hacia la nada, etc, pueden indicar que existe una patología orgánica. Un etólogo debe valorar el caso.
  • Trastornos compulsivos: Pueden ser consecuencia de un problema médico. En caso contrario, están relacionados con niveles de estrés elevado y pueden requerir ayuda farmacológica.
  • Casos de ansiedad por separación: Un perro que sufre ansiedad por separación (APS) lo pasa realmente mal cuando se queda solo. Es probable que requiera ayuda farmacológica. ¡Ojo! No todos los casos en que el perro ladra, se orina o destruye cuando está sólo son APS. Un educador también es capaz de hacer un buen diagnóstico, tratar el caso si el motivo es otro, o colaborar con un etólogo si lo requiere.
  • Fobias muy severas: Casos muy extremos de fobia también van a necesitar ayuda farmacológica, aunque sea luego el educador canino quien trabaje con el perro el día a día las herramientas de gestión emocional.

El criterio para que un caso deba pasar por un etólogo o no, no radica en la gravedad del problema, sino en la probabilidad de que exista algún factor orgánico influyente y en si emocionalmente el perro está tan compormetido que es se necesita disminuir el estrés o la ansiedad a corto plazo. Ignorar estados crónicos o repetidos de ansiedad es una falta de respeto hacia el bienestar animal.

Conclusión final

Un buen profesional, etólogo o educador trabajará en colaboración con otros profesionales y no tendrá problemas en remitir un caso cuando sea necesario.

Esperamos que este artículo te haya resultado de utilidad. Déjanos tus comentarios o contacta con nosotros.